“Brillante e irreverente”
Gustavo Ancarani se apasiona cuando habla de José Humberto Flores. Y lo demuestra en cada gesto, en cada palabra, en cada anécdota.
Recibido de médico a los 21 años y con una prestigiosa carrera en el mundo de la nefrología, recuerda a quien fuera su maestro en la década del 70 y con quien compartió cinco años en hospitales cordobeses atendiendo a pacientes con disfunción renal.
“Flores era intelectualmente brillante, un hombre con una personalidad avasallante que, junto a los doctores Federico Garzón Maceda, Alcides Fagalde y Miguel Angel Villalonga, prácticamente crearon la diálisis en Córdoba”, recuerda hoy Ancarani.
“Fui uno de sus discípulos preferidos, estuvimos juntos cinco años muy intensos, en el Sanatorio Allende y, obviamente aprendí mucho a su lado”, agrega.
Pero más allá del aspecto profesional y del consultorio, Ancarani rememora jugosas anécdotas: “Flores podía vestirse de punta en blanco como con ropa absolutamente informal, que le daba un aire algo descuidado. Su andar campechano, la tez morena, la barba frondosa y su infaltable pipa le conferían un aspecto que no pasaba desapercibido en ningún ámbito”, señala Ancarani, actualmente directivo de la Asociación de Prestadores de Hemodiálisis y Trasplantes Renales del Centro (Apheytrc).
“Flores era una persona con una muy buena retórica, extremadamente hábil en la exposición del conocimiento. Leía mucho, estaba muy informado aunque, como a veces ocurre con los tipos brillantes, estaba afectado de un importante yoísmo, toda charla terminaba en él. Por ejemplo, a la pólvora la descubrieron los chinos pero seguramente el abuelo de él ya antes había encontrado una fórmula”, recuerda con una sonrisa.
En esa misma dirección, Ancarani admite que su maestro, si bien renegaba del enciclopedismo como método científico, era un enciclopedista porque leía todo lo que había disponible y acumulaba conocimientos e información permanentemente.
Al pedírsele una definición de Flores, Ancarani fue contundente: “Brillante irreverente”.